56
Importancia de guardar el pacto de Dios
1 Así dice el Señor:
Preservad el derecho y haced justicia,
porque mi salvación está para llegar
y mi justicia para ser revelada.
2 Cuán bienaventurado es el hombre que hace esto,
y el hijo del hombre que a ello se aferra;
que guarda el día de reposo sin profanarlo,
y guarda su mano de hacer mal alguno.
3 Que el extranjero que se ha allegado al Señor, no diga:
Ciertamente el Señor me separará de su pueblo.
Ni diga el eunuco: He aquí, soy un árbol seco.
4 Porque así dice el Señor:
A los eunucos que guardan mis días de reposo,
escogen lo que me agrada
y se mantienen firmes en mi pacto,
5 les daré en mi casa y en mis muros un lugar,
y un nombre mejor que el de hijos e hijas;
les daré nombre eterno que nunca será borrado.
6 Y a los extranjeros que se alleguen al Señor
para servirle, y para amar el nombre del Señor,
para ser sus siervos, a todos los que guardan el día de reposo sin profanarlo,
y se mantienen firmes en mi pacto,
7 yo los traeré a mi santo monte,
y los alegraré en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar;
porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.
8 Declara el Señor Dios que reúne a los dispersos de Israel:
Todavía les juntaré otros a los ya reunidos.
9 Bestias todas del campo,
venid a comer,
bestias todas del bosque.
10 Sus centinelas son ciegos,
ninguno sabe nada.
Todos son perros mudos que no pueden ladrar,
soñadores acostados, amigos de dormir;
11 y los perros son voraces, no se sacian.
Y ellos son pastores que no saben entender;
todos se han apartado por su camino,
cada cual, hasta el último, busca su propia ganancia.
12 Venid —dicen— busquemos vino y embriaguémonos de licor;
y mañana será como hoy, sólo que mucho mejor.